
Donde la locura es oficial. La tarde es de cuento en la plaza mágica, llena de duendes, músicos, payasos, actores, artesanos, capaces todos juntos de darle un significado positivo a la chifladura, haciéndola artística y creativa, y neutralizando así la peligrosa y gris monotonía de la que nadie está libre, excepto los libres. Todo esto con las montañas alrededor. Y flores. Muchas flores.
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